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Artículo 39, el poder de nosotros

La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”

El artículo 39 está compuesto de tres frases sólidas, contundentes, llenas de energía y sentido. Es una bocanada de aire en un ambiente asfixiante. Un poema perdido entre normas legales. El 39 también es un grito ahogado, una caricia previa a las patadas de la realidad.

La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo

La soberanía reside en el pueblo. Horas de discusión lleva tratar de entender la soberanía, sus alcances y límites, en resumen es el poder político, el poder para gobernar ¿de verdad, el poder reside en nosotros, el pueblo? Si sacamos el artículo del contexto constitucional emociona, da esperanza (tan necesaria en este lamentable escenario). Pero la ilusión se diluye al ver como la Constitución delega esa soberanía popular en los Poderes de la Unión, los partidos políticos y un sistema electoral sumamente costoso y deficiente. Esa soberanía nacional que esencial y de origen radica en nosotros, el pueblo, la cedimos o encargamos de forma derivada en instituciones y servidores públicos que hace tiempo dejaron de representarnos.

Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste

Esta segunda frase reafirma que el poder nació en nosotros, el pueblo y se ejerce para nuestro beneficio, el de todos. Si así debe de ser, entonces ¿qué tuvo que pasar para que el poder público se le arrebatara al pueblo y se convirtiera en un arma para mantener un esquema de riqueza y privilegios concentrados en una minoría? Hoy lo que los mexicanos vemos es una enorme desigualdad, una pobreza incontenible, un enorme rezago educativo y una inseguridad alarmante. ¿Cómo creer que el poder público se instituye en beneficio del pueblo cuando miles de millones de pesos se desvían de programas y servicios públicos para enriquecer a funcionarios gubernamentales, proveedores del gobierno o peor aún al crimen organizado? ¿Cómo creer que el poder nace en nosotros y se instituye en nuestro beneficio si la opulencia con la que viven los gobernantes contrasta con la lacerante miseria de los gobernados? ¿Cómo creer que el poder es en nuestro beneficio si la justicia se administra discrecionalmente y mientras excluye de responsabilidad dando impunidad a los que detentan el poder, deja al pueblo, a nosotros, en estado de indefensión frente a detenciones ilegales, represión y flagrantes violaciones a los derechos humanos?

El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar su forma de gobierno.

En el artículo 41 de la Constitución se explica que la soberanía del pueblo se ejerce por los Poderes de la Unión federales o estatales, es decir por los diputados, senadores, los jueces, los gobernantes, el presidente y su gabinete. Entonces ¿dónde queda la voluntad popular cuando los representantes se olvidan de su compromiso con el pueblo? Todo tiempo, se refiere a sólo participar en el gobierno y ejercer la soberanía con un voto acotado a un reducido abanico de posibilidades en donde figuran sujetos con antecedentes y moral cuestionable. Todo el tiempo se refiere a la conformidad que debe prevalecer en olvidar el poder público después de votar y conformarnos con ser testigos del lamentable abuso de poder de nuestros representantes sin poder hacer nada. Todo tiempo se refiere a consultas populares que deben ser aprobadas por una Suprema Corte que le negó al pueblo la posibilidad de que nos consulten sobre la concesión de recursos energéticos a particulares o la eliminación de legisladores plurinominales.

El artículo 39 otorga la soberanía nacional a los ciudadanos mexicanos, pero el resto de la Constitución se encarga de convertir el todo momento en calendarios electorales, la representación popular en partidos políticos, la voluntad en la conformación de los Poderes de la Unión y nuestros derechos en graciosas concesiones de quien detenta el poder.

Pese a todo, ver al pueblo unido por una causa nos empodera hasta la convicción de que ese artículo 39 no es una hueca retórica, tiene su propia magia, se puede sentir como una llama que de cuando en cuando se alimenta hasta despertar la consciencia de un pueblo que suele dormitar al arrullo de las telenovelas. El 39 recobra sentido cuando miles y miles de personas salimos a las calles para exigir la reacción justa e inteligente de quienes nos representan, cuando sentimos ese poder de nosotros y nos sabemos soberanos aunque nos repriman. El 39 tiene su propia vida, la mía, la tuya, la de millones de mexicanos y la de los 43 estudiantes desaparecidos por el poder que nosotros mismos otorgamos al Estado.

Oscar Arredondo

http://blogs.eluniversal.com.mx/weblogs_detalle21154.html