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Borrón y cuenta nueva: los vericuetos del presupuesto base cero

La idea es muy atractiva y parece sencilla: planear el presupuesto público como si no existieran experiencias anteriores, casi como si se estuviera fundando un nuevo Estado. En el caso del presupuesto del gobierno mexicano, la idea parece todavía más urgente: a pesar de que nuestro gobierno gastará durante 2015 casi 80% más de lo que gastaba en el año 2000, los datos sobre el bienestar de las y los mexicanos no son esperanzadores.

El anuncio del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, de que para 2016 el gobierno federal hará un ejercicio de presupuesto base cero se realiza en un contexto en el que las finanzas públicas mexicanas se enfrentan a una realidad cada año más apremiante: los recursos que se obtienen por la venta de petróleo han empezado a decrecer tanto por las caídas en la producción como por las disminuciones en los precios internacionales del petróleo.

¿Qué es un presupuesto base cero? Normalmente, los presupuestos, tanto públicos como privados, toman en cuenta los montos de gasto de años anteriores para planear cuánto, cómo y en qué se gastará el siguiente año. Sin embargo, esta forma de planear el gasto puede hacer que el presupuesto se vuelva inercial, es decir, que sin mayor análisis sobre la calidad y el destino del gasto público, se aumenten los recursos asignados año con año sin mucha claridad sobre lo que se está logrando. Cuando se trata del presupuesto de un país, estos aumentos inerciales pueden provocar que el gasto sea ineficiente o que existan programas y dependencias gubernamentales que dupliquen funciones.

El presupuesto base cero es una técnica que busca romper con esas inercias y empezar la planeación del gasto sin tomar en cuenta lo que ha ocurrido en años previos. Para hacerlo, se le pide a cada persona con cierta capacidad de decisión sobre los recursos (puede ser a cada encargado de programa o a cada unidad responsable del gasto) que justifique las necesidades de gasto a partir de sus objetivos y actividades. Después se realizan “paquetes de decisión” en los que se van tomando decisiones a partir de la priorización de las actividades y objetivos.

Como decía al principio del artículo, es una idea que parece atractiva. Sin embargo, no tiene nada de sencilla: cuando fue implementada en el Estado de Georgia, en Estados Unidos, se produjeron 11,000 paquetes de decisión sobre los cuales había que priorizar. Después, en aquel país se intentó llevar a cabo un proceso similar a nivel nacional sin mucho éxito.

Uno de los problemas de hacer un ejercicio como el descrito es que se genera una cantidad gigantesca de información que después es muy difícil clasificar, gestionar y priorizar. La gestión de la información consume, además, una gran cantidad de tiempo de servidoras y servidores públicos. Estas dificultades han llevado a algunos analistas a declarar que el presupuesto base cero parece un “mito inaplicable” en el contexto mexicano, tal como lo explica Ángel Verdugo en su columna de opinión escrita en un periódico de circulación nacional.

Sin embargo, ante la previsión de que los recursos públicos muy probablemente seguirán disminuyendo, se hace todavía más urgente racionalizar el gasto público. ¿Cuáles son las alternativas? En México llevamos años transitando hacia un presupuesto basado en resultados (PbR) cuyo método comparte algunas características con el presupuesto base cero: ambos utilizan la información sobre los resultados e impactos de la acción gubernamental para tomar decisiones para los siguientes años. A partir de la implementación del PbR se ha generado una gran cantidad de información sobre los logros de los programas gubernamentales que puede ser utilizada para reducir el gasto público.

Pero además, una racionalización del gasto tendría que empezar por recortar los gastos superfluos: empezar por los gastos en comunicación social, disminuir al mínimo los gastos que se usan para protocolo, recortar las prestaciones y salarios de los servidores públicos, entre muchos otros. Nos urge un Estado más austero, racional y eficaz. ¿Por qué no utilizamos las herramientas con las que ya contamos y que tanto tiempo ha costado construir (como el presupuesto basado en resultados) para avanzar en ese camino?

Diego de la Mora

http://www.sinembargo.mx/opinion/16-02-2015/31838