Nuestros datos personales jamás les habían resultado tan interesantes a las autoridades, o, dicho de otro modo, nuestra privacidad nunca había sido tan vulnerable. Argumentando la protección de la seguridad nacional, gobiernos alrededor del mundo, en coalición con empresas de telecomunicaciones, han implementado mecanismos de vigilancia masiva que han convertido a las nuevas tecnologías en espacios inseguros para el ejercicio de nuestros derechos. Al parecer, la clase política de nuestro país también se ha sumado a esta dinámica en donde el retroceso a nuestra privacidad es el costo del progreso tecnológico, tal y como ha quedado demostrado en la L...