Lo que está sucediendo con los menores migrantes de Guatemala, El Salvador y Honduras, no es algo nuevo. Sabemos desde hace mucho tiempo lo que pasa en nuestros países vecinos y sabemos que su población es joven. Migran, huyen, son desplazados. Solos, juntos, embarazadas, con familiares cercanos o familiares lejanos. Con guías, polleros o coyotes. Como pueden, buscan cruzar a Estados Unidos.
Haré un recuento. Desde hace apenas dos meses empezaron a llegar noticias de centros de detención migratoria llenos de niños centroamericanos. El mundo se indignó por las condiciones de hacinamiento en las que se encontraban, y los menores fueron alojados en nu...