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Cocinando un régimen democrático

Llevamos varios años discutiendo el tema de la transparencia; hemos pasado del debate normativo al diseño institucional, de éste a la práctica y de regreso a la creación de leyes; y en ese ir y venir hemos también pasado de la esperanza en el tema, a la desilusión, a la tremenda apatía.

Hoy nos encontramos en un momento de frenesí legislativo, y al tiempo quediscutimos un proceso de armonización legislativa en los estados con la ley general de transparencia, empujamos la creación de la ley general de archivos y la ley general de datos personales. Paralelo a este largo proceso de construcción de un régimen más transparente y ordenado, discutimos las bases para la creación del sistema anticorrupción.

El inicio de la administración de Enrique Peña Nieto se vio marcado por un acuerdo entre los partidos político que a cuatro años no alcanza a materializarse en los temas relacionados con la forma de gobernar –transparencia, rendición de cuentas, corrupción-.

A diferencia de las reformas educativa y energética, las cuales aún cuando enfrentaron la oposición de diversos sectores de la sociedad, fueron aprobadas en tiempo récord. Las reformas que pretenden sentar las bases para la construcción de un régimen más democrático han encontrado un camino más sinuoso entre la clase política mexicana.

La reforma constitucional de transparencia puede representar un parteaguas en la forma de ejercer el poder en nuestro país si ésta se ve acompañada de la adecuación normativa pendiente –leyes generales de archivos y de datos personales, y sus respectivas armonizaciones en los estados- y de la creación de un sistema de combate a la corrupción sólido, legítimo y ciudadano.

Tanto las reformas en materia de transparencia como la del sistema de combate a la corrupción son demandas de una ciudadanía que aún ante su hartazgo hacia la clase política, mantiene la esperanza de transformación desde la creación y el fortalecimiento de instituciones democráticas. La pregunta necesaria es, en el entendido de la trascendencia de ambos sistemas, ¿tendremos una clase política sensible a las demandas ciudadanas?

Siguiendo esta línea de pensamiento, ¿estamos acaso ante un momento en donde la propia clase política de la cual desconfiamos se someterá a una mayor vigilancia y control democrático?

De manera constante pensamos en los pocos incentivos que tienen los partidos políticos para avanzar en estas reformas, ya sea para la creación de las leyes faltantes o para la implementación de las ya existentes; sin embargo, pudiera ser momento de comenzar a pensar en las consecuencias de no hacerlo.

Un proceso flaco o a medias no será tolerado por una sociedad civil cada vez más atenta a los procesos públicos y exigente de sus derechos. La demanda de espacios de participación y la exigencia de responsabilidad de las autoridades ante la sociedad es cada vez más parte de la agenda de las acciones colectivas que pretenden incidir en lo público.

Al día de hoy nos siguen faltando leyes y estamos en proceso de implementación de otras. Estamos en diferentes pistas y es importante reconocer que en la medida que no se completen todas no podremos hablar de una mejor forma de gobernar, de gobiernos más abiertos ni más transparentes. Cada una de las leyes mencionadas es un engrane dentro del más amplio entramado de transformación en el ejercicio del poder. Cada una de las leyes representa una parte del clamor ciudadano por gobiernos más responsivos y con mayor probidad.

Transparencia sin rendición de cuentas es cinismo, y sólo en la medida en la que transversalicemos ambos temas en toda la administración pública y consolidemos un sistema de justicia que investigue y juzgue los delitos por la negligencia y el abuso en el poder, podremos comenzar a sentar las bases para la creación de buenos gobiernos.

Renata Terrazas

http://www.animalpolitico.com/blogueros-res-publica/2016/05/12/cocinando-un-regimen-democratico/