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Discurso de Haydeé Pérez Garrido, directora ejecutiva durante 5to aniversario de #OGP en el marco de la 71 Asamblea General de la ONU

Quinto Aniversario de OGP, Evento de Alto Nivel

71 Asamblea General de la ONU

Discurso Haydeé Pérez

19 septiembre 2016

Debo reconocer que me costó trabajo escribir esta breve intervención. Pero no es extraño, cada vez me cuesta más hacer mi trabajo y, en general, habitar este planeta. Todos los días observo realidades indignantes y dolorosas. Pero ¿qué les puedo decir que ustedes no sepan?

Observo pueblos y comunidades despojadas de su tierra y de su territorio que ven comprometida su salud y su vida por la implementación de megaproyectos que no respetan su derecho a decidir sobre lo único que tienen en favor del “desarrollo”. Me pregunto el “desarrollo” de quién o para quién y sobre todo qué estamos entendiendo por “desarrollo”.

Escándalos de corrupción, de paraísos y privilegios fiscales, de conflictos de intereses, todos relacionados con altos funcionarios de la clase política que, en evidente acuerdo con las elites económicas, se benefician y sacan provecho privado de los bienes públicos.

Papás y mamás que tienen años de sufrimiento por no saber el paradero de sus hijas e hijos porque se encuentran en estatus de “desaparecidos” o personas que han sido torturadas por las autoridades para lograr confirmar alguna hipótesis de su investigación.

Periodistas y defensores de derechos humanos, intentando llevar a cabo su labor en condiciones muy complicadas. Para muchos de ellos, la paga por su trabajo comprometido es el hostigamiento, la represión y, en algunos casos, la muerte.

Aunado a lo anterior, observo propuestas absurdas e ignorantes como la construcción de muros que en lugar de unirnos, pretenden separarnos. Y tengo que convivir con una realidad alterna en donde se le dan premios a la labor de estadista a alguien que tiene cerca del 20% de aprobación de sus gobernados, como es el caso del Presidente de México.

En un contexto tan complicado como este, hace 5 años surge OGP y yo, personalmente, decido que un proyecto de interacción y diálogo entre la sociedad civil, el sector privado y el gobierno podría convertirse en una plataforma poderosa para avanzar significativamente en la transparencia, la participación ciudadana y el combate a la corrupción siempre teniendo como fin último los derechos humanos: el derecho a la salud, a la educación, a la paz, a una vida digna.

Pero quiero ser franca con ustedes, a 5 años de haber iniciado el camino, mi valoración es agridulce. Por un lado, es necesario reconocer que hoy contamos con una comunidad internacional más fuerte de instituciones y personas interesadas en avanzar en estos temas y, sin duda, OGP ha sido clave para esto.

De esta interacción hemos aprendido todos, hemos terminado con prejuicios, hemos construido proyectos conjuntos, hemos aprendido de experiencias de países que nunca imaginamos. OGP ha servido para que a personas e instituciones comprometidas con estas causas se les reconozca y valore su trabajo y su talento. Sin duda, también han existido algunos avances concretos y significativos.

Sin embargo, considero que la enorme inversión que hemos hecho no nos ha redituado como debería. En algunos casos, OGP se ha convertido en un proceso de simulación de apertura más que en una plataforma de co-creación efectiva. Es muy común que sean funcionarios de nivel medio quienes se comprometen a la hora de definir los planes de acción y luego no tienen el poder suficiente para convencer a sus superiores o para obligar a otras dependencias a que se comprometan y mucho menos a qué cumplan con los compromisos asumidos.

Tomar en serio a OGP, significa abrir un diálogo franco y sustantivo con la sociedad civil y asumir compromisos significativos al más alto nivel, que implican mover los aparatos burocráticos, invertir recursos materiales y económicos y, en muchos casos, promover cambios profundos. Para algunos, gobierno abierto sigue significando abrir bases de datos de información pública o utilizar tecnologías de la información en el quehacer gubernamental. No se han dado cuenta de que se trata de cambiar el paradigma en el cual nos encontramos porque este no nos ha dado resultados.

OGP se trata de aprovechar la inteligencia colectiva instalada en distintos sectores de la sociedad para avanzar en la resolución de problemas públicos que son cada día más complejos de resolver.

Se trata de transitar de democracias electorales a democracias participativas y deliberativas, en donde la ciudadanía sea el centro de la acción gubernamental y por lo tanto pueda participar sustantivamente en las decisiones que nos afectan. Al final, se trata de democratizar la información, los espacios de toma de decisiones, es decir de democratizar el poder. ¿Están dispuestos?

Hasta que no haya un genuino convencimiento de las cabezas de los gobiernos, OGP seguirá siendo una muy buena idea, una iniciativa muy loable e interesante. Sin duda una en la cual trabajan muchas personas del sector social, público y privado con mucho entusiasmo, pero mediocre con respecto a los grandes retos que enfrentamos como sociedad internacional.

A 5 años del lanzamiento de este proyecto y conociéndolo de manera profunda, estoy convencida de que tenemos una plataforma con el potencial para aportar significativamente a los objetivos que queremos lograr en la agenda de desarrollo 2030.

De ustedes depende sacarle en máximo provecho o seguirla dejando en segundo término para avanzar en cuestiones menores y poco significativas. Por mi parte, los animo a que asuman el compromiso de tomársela en serio y de aprovechar su potencial. Los ciudadanos necesitamos recuperar la confianza y la credibilidad en nuestros gobiernos y esta es una oportunidad única para comenzar a hacerlo. ¡Ustedes deciden si la toman o la dejan!


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