El pasado 30 de noviembre, se reunieron en Tuxtepec, Oaxaca, más de un centenar de personas en el Foro ‘Los Pueblos y sus Derechos frente a la Reforma Energética’. En el evento, estuvieron presentes autoridades de comunidades ubicadas en el municipio, estudiantes de los planteles escolares cercanos, periodistas de Veracruz y Oaxaca, trabajadores y trabajadoras del campo y de la ciudad, activistas y defensores de derechos, y especialistas en materia energética.

El tema de reflexión fue la reforma energética, pues frente a su acelerada aprobación la gente quedó con mucha incertidumbre, sin información, y con muchas preguntas sobre qué implicaciones conlleva esta serie de modificaciones a las leyes que ahora permiten abiertamente que las empresas privadas compitan por la extracción de hidrocarburos y la generación de energía eléctrica en nuestro país, y se apropien fácilmente de las tierras de comunidades y los bienes naturales que allí se reproducen y regeneran.

Este Foro tuvo lugar en un sitio estratégico: la Cuenca del Papaloapan, una región que abarca municipios de Veracruz, Oaxaca y otros tantos de Puebla, mismos que comparten la riqueza natural que alberga el Río Papaloapan y sus afluentes.

Del lado oaxaqueño, compone una región industrializada y donde se extendieron plantaciones de plátano, en otro tiempo de hule, y de caña de azúcar, y aunque perviven todas estas formas de producción, atadas al mercado internacional y sus vaivenes impredecibles, la caída de precios de materias primas ha afectado la economía regional en varios ciclos. En los años ochenta y noventa se fantaseó con tener grandes distritos de riego alimentados por las grandes presas construidas en aquellas décadas, pero el sueño se realizó a medias. Se construyeron las enormes presas pero a la par se perdieron miles de hectáreas de tierras fértiles cuyos cultivos servían para alimentar pueblos enteros de la región y el país. Los prometidos distritos de riego no se crearon y las promesas de mejoramiento económico se quedaron en promesas. Al contrario, hubo un gran saldo negativo, se alteraron los ecosistemas, mermaron los peces y camarones que antes alimentaban a la población, y además quedó en la memoria colectiva de la región, el desplazamiento de los pueblos chinantecos y mazatecos que fueron reubicados fallidamente pues en el proceso  perdieron su identidad, sus instituciones comunitarias y la posibilidad de reproducirse y vivir como pueblo.

Ahora hay una nueva fantasía de desarrollo económico, generada a raíz de la reforma energética, pues estas tierras que también suponen ser ricas en yacimientos de gas y petróleo fueron rápidamente concesionadas tras la reforma energética. La gente no fue consultada, y por las anécdotas que contaron las personas asistentes al Foro, tampoco les han pedido permisos en numerosas y recientes ocasiones en que se han topado con ingenieros y gestores haciendo operaciones de exploración de hidrocarburos dentro de sus terrenos.

En el evento mencionado, la gente expresó que ya no quiere fantasías que no perduran, tampoco quiere fantasías impuestas de fuera y en cuya construcción no participaron. Tampoco están dispuestos a perder los ríos, arroyos, manantiales, las especies endémicas de la región, como son las variadas tortugas que albergan la zona. Las comunidades y pueblos de la Cuenca del Papaloapan tienen grandes retos por delante: buscar y obtener información sobre las implicaciones de las industrias extractivas, incluidas las sospechosamente llamadas energías limpia; es fundamental tener información que puede ser la diferencia entre dar entrada o no a proyectos que cambiarán la vida de nuestras comunidades y su entorno tal como lo conocemos.  También el reto reside en imaginar y construir no fantasías sino posibles vías para una mejor vida, que no devaste la riqueza natural de la región y que también reconozca y dé cabida a las formas comunitarias de vida que todavía se recrean.

Daniela Ramírez

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