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Lo que no nos quieren decir sobre el fracking

Con motivo de la reforma energética que fue aprobada el pasado diciembre, el gobierno y otros actores sociales y políticos nos han bombardeado con publicidad sobre los grandes beneficios que supondría para el país la explotación del ya famoso gas shale (o gas de lutitas), a través de la técnica del fracking (o fractura hidráulica). Más allá de que la experiencia de Estados Unidos en la explotación de este hidrocarburo no respalda el optimismo en torno a sus beneficios en términos económicos y energéticos, hay algo que el gobierno mexicano no nos ha contado sobre el fracking. Nada nos ha dicho sobre las consecuencias que el uso de esta técnica tendrá en nuestra salud. Y eso que existe sobrada evidencia al respecto.

Para entender los efectos negativos de la fractura hidráulica sobre la salud es necesario conocer en qué consiste exactamente este proceso que extrae los hidrocarburos que se encuentran atrapados en formaciones geológicas conocidas como lutitas. Estas formaciones pueden encontrarse a una profundidad de entre 1 y 5 kilómetros, por lo que el primer paso es realizar un pozo vertical que permita llegar a ellas. Pero, dada la baja permeabilidad de estas rocas, no basta con esta perforación vertical para que el gas y el petróleo salgan. Por ello, es necesario perforar la roca horizontalmente en varias direcciones para inyectar después un coctel de agua y químicos a alta presión que fracture la roca, lo que permite la salida de los hidrocarburos.

Uno de los principales impactos a la salud de esta práctica tiene que ver, precisamente, con los químicos que son añadidos al agua para hacer más eficiente el proceso de fracturación, los cuales terminan contaminando los mantos acuíferos. The Endocrine Disruption Exchange de EE UU ha señalado la presencia de 944 productos en el líquido de perforación y 353 químicos altamente dañinos para la salud. Más del 75% afecta directamente la piel, ojos, sistema respiratorio y gastrointestinal. Aproximadamente el 45% afecta el sistema nervioso, inmunológico, cardiovascular y los riñones. Mientras que el 37% afecta el sistema endocrino y el 25% provoca cáncer y mutaciones. Los dramáticos efectos que estos químicos tienen sobre la salud de la población pueden verse en el documental “Gasland” de Josh Fox, quien entrevista a familias afectadas por los proyectos de fracking en Estados Unidos.

Además, este coctel tóxico, al ser inyectado en el subsuelo se mezcla con otros químicos presentes en el mismo, como metales pesados y materiales radiactivos, lo que aumenta su peligrosidad. Un ejemplo de ello es el radio, elemento radioactivo que se llega a encontrar en una concentración mil veces superior a las normas estadounidenses de agua segura. Otro ejemplo es el bromuro, químico que reacciona con el cloro de las plantas de tratamiento de aguas residuales domésticas (que no cuentan con la capacidad de tratar el líquido altamente tóxico del fracking) y crea trihalometano, una sustancia que causa cáncer y aumenta el riesgo de problemas reproductivos y de desarrollo. ¿Se imaginan todos estos químicos saliendo de nuestro grifo?

Pero no es sólo a través del agua que nos llegan los contaminantes del fracking, ya que estos también amenazan con contaminar el aire que respiramos. Estudios científicos señalan que la probabilidad de padecer cáncer es 66% superior para aquellas personas que viven a menos de 800 metros de los pozos donde se utiliza esta técnica. Asimismo, el aire de las zonas adyacentes a los proyectos de extracción presenta niveles de sílice cristalina en una cantidad que excede en 68% los límites permitidos. Esta sustancia está relacionada con la silicosis, enfermedad agresiva e irreversible de los pulmones que afecta, sobre todo, a los trabajadores de los pozos.

Los graves riesgos que el fracking representa para la salud son, por sí solos, razón suficiente para prohibir que esta práctica se realice en México. La generación de energía no puede hacerse a costa de los derechos humanos de la población, como el derecho a la salud y al agua. Por ello, es necesario que el gobierno considere estas afectaciones a la hora de tomar decisiones sobre el futuro energético del país y ponga en marcha las medidas necesarias para transitar hacia una matriz energética que no coloque a las personas y al medio ambiente en peligro.

Si les preocupa lo que el uso intensivo de esta técnica puede suponer a su salud, no duden en seguir las acciones de la Alianza Mexicana contra el Fracking y unirse a sus esfuerzos por frenar esta práctica en nuestro país.

Aroa de la Fuente

http://blogs.eluniversal.com.mx/weblogs_detalle19847.html