Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Los demasiados coches

Por una serie de eventos afortunados, el ITDP (Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo por sus siglas en inglés) y Fundar, Centro de Análisis e Investigación, desarrollamos el micrositio “La importancia de invertir en movilidad urbana sustentable”. Se trata de una página web que mediante un jueguito muy sencillo permite al usuario escoger cómo distribuir los recursos destinados a la movilidad urbana en cinco categorías de infraestructura urbana: peatones, espacios públicos, ciclistas, transporte público y automóviles.

Todo empezó con un documento de análisis presupuestario que hizo el ITDP para entender cómo se distribuyen los fondos federales para movilidad. Los resultados de ese diagnóstico son contundentes: a pesar de que la mayoría de las personas en México se mueven en transporte público (48%) y transporte no motorizado (en bicicleta o a pie), la mayoría de los recursos para movilidad se invierten en infraestructura urbana para automóviles (75%).

Las bases de datos que construyó el ITDP se pusieron a disposición de los hackers que participaron en el OpenDataMx y el proyecto prendió: se diseñó el jueguito y ganaron el segundo lugar del concurso de desarrollo de aplicaciones tecnológicas usando datos públicos. A partir de ese momento, el ITDP y Fundar decidimos que valía la pena desarrollar este proyecto y el resultado final, después de pasarlo por horas de programación y diseño, puede ser consultado en la siguiente liga.

El micrositio es muy relevante porque una gran parte de quienes vivimos en zonas urbanas pasamos cada vez más tiempo en el tráfico. Parte de ese traslado lo pasamos solos dentro de un vehículo que pesa entre 1.5 y 2 toneladas y tiene una eficiencia energética muy pobre. En cambio, otras muchas personas más afortunadas se mueven en uno de los vehículos más eficientes inventados por la humanidad: la bicicleta.

Además, esta página web provee información sobre las consecuencias de apostarle al tipo de movilidad al que más recursos le destina actualmente el gobierno: el coche. Algunos de estos hechos son que 18% de las emisiones de CO2, gas que contribuye al cambio climático, provienen del uso del auto o que cada año mueren 24 mil personas en este país por causas relacionadas a la mala calidad del aire, a la que las partículas y gases que desprenden los coches contribuyen en gran medida.

Pero además, este micrositio no sólo permite transparentar el destino de estos recursos públicos, sino que, a través de la colaboración con Curul501, también nos da la posibilidad de proponerles a nuestras legisladoras y legisladores qué tipo de transporte queremos que se priorice en nuestras ciudades. Esto es bien importante justo ahora, pues a partir del 15 de diciembre el Ejecutivo entregará la propuesta de presupuesto para el año 2013 a la Cámara de Diputados para que la revise, modifique y apruebe.

Esta campaña, que en Twitter puedes encontrar con el hashtag #ElCocheNosCuesta, se suma a otras tantas que llevan años buscando que se inviertan más recursos en movilidad sustentable. Tal es el caso de #VenganEsos5 de Bicired, la cual busca que el 5% del presupuesto federal destinado a transporte y accesibilidad urbana sea dirigido a la creación de un fondo para la bici, así como incentivar a los gobiernos locales a construir infraestructura ciclista y realizar acciones que faciliten el aumento del número de viajes no motorizados en nuestras ciudades.

Los autos son quizá uno de los transportes más improductivos y además son altamente antidemocráticos: son elitistas, porque sólo una pequeña parte de la población puede costearlos; crean relaciones de poder desiguales (y de esto cualquier peatón que se haya visto enfrentado contra un camionetón puede dar testimonio). Y, como lo ha documentado ampliamente el ITDP, generan una distribución desigual de los recursos públicos: el subsidio a la gasolina, por ejemplo, es un subsidio a las clases ricas (un total contrasentido). Pero nuestros impuestos no sólo financian la gasolina, sino también la infraestructura para que los coches puedan rodar.

Por otro lado, las bicicletas, al contrario de los coches, son accesibles para la gran mayoría y por tanto mejoran las condiciones de igualdad entre las personas y obviamente no contaminan. También mejoran la condición física y de salud de quienes la utilizan, así como la calidad de vida de quienes viven en las ciudades y por tanto, muy probablemente, también los niveles de felicidad de las personas.

En palabras de Gabriel Zaid: “Se puede ser feliz a pie, en bicicleta, en automóvil, en avión; a velocidades distintas, con inversiones diferentes. Los medios de transporte cada vez más veloces exigen inversiones cada vez mayores. El progreso más productivo (con respecto a la inversión) es el primero: de andar a pie a moverse en bicicleta. Se paga rápidamente, con inversiones fácilmente financiables. Permite velocidades cinco veces mayores a un costo tres veces menor, en calorías por kilómetro. En cambio, progresar del Boeing 747 al Concorde fue maravilloso, pero improductivo. El mismo Boeing 747, que ha tenido un éxito notable, es relativamente improductivo. Cuesta más que un millón de bicicletas, y la inversión por pasajero es tres mil veces mayor que la inversión en una bicicleta, aunque la velocidad no es tres mil veces mayor, sino treinta”.

En el mismo artículo, Zaid afirma: “La fascinación por las grandes operaciones no va a desaparecer, porque el gigantismo es deslumbrante. Sería absurdo esperar de quienes viven felizmente esa experiencia que la abandonen. Lo que tiene sentido práctico es que apoyen otras formas de felicidad, que faciliten la productividad para todos. El progreso en avión puede apoyar el progreso en bicicleta. Muchas innovaciones desarrolladas por el gigantismo pueden orientarse al mercado de los recursos microempresariales. Para millones que producen con herramientas rudimentarias, carecen de crédito y comercializan a pie, multiplicar la oferta de microcréditos y de medios baratos de producción (como las máquinas de coser), transporte (como las bicicletas) y comunicación (como los teléfonos móviles), facilitaría un progreso extraordinario, bueno para el desarrollo de toda la sociedad. La economía en grande y en pequeño pueden convivir. La dualidad esconde una oportunidad de progreso compartido: en avión y en bicicleta”.

Y termina contundente: “Esta oportunidad se pierde fácilmente de vista, desde las alturas del avión. En el mejor de los casos, la pobreza despierta impulsos generosos, pero ilusorios: que todos suban al avión, que todos tengan empleos y ascensos hasta las cumbres del gigantismo. Ahí parece estar lo digno de la grandeza humana: no en quedarse allá abajo, pedaleando en bicicleta. El resultado de tan buenas intenciones es no avanzar, ni por una vía, ni por otra. Se desprecia el progreso en bicicleta, pero jamás se alcanza la utopía de que todos suban al avión. Las ilusiones siguen en las nubes y los pobres a pie, sin avión ni bicicleta”.

*Diego de la Mora y Aroa de la Fuente

http://blogs.eluniversal.com.mx/weblogs_detalle17431.html