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México subsidia sus medios con publicidad

En muchos países europeos, el apoyo directo del estado a los medios, y sobre todo a la prensa, se cuenta en millones de euros. Francia, por ejemplo, es uno de los países que más gasta en esta materia, según el proyecto de presupuesto 2013; el apoyo directo a la prensa alcanza los 516 millones de euros (un poco más de 9,000 millones de pesos). Esta ayuda ha sido criticada y vista por sus detractores como subsidio a una prensa moribunda, en lugar de promover una transición tecnológica necesaria, hacia los nuevos medios en Internet.

Estos debates no sólo reflejan el final de los apoyos del Estado, se lee también como una fase de transformación de éstos en su mecanismo de entrega. Muchos países han entablado reflexiones para modernizar estos patrocinios y racionalizarlos. Un caso de éxito es Holanda, que busca acompañar las mutaciones económicas del sector, proporcionando apoyo para la prensa en Internet, por ejemplo.

En Europa, los subsidios lejos de desaparecer se están reinventando. Pero en México, esto sigue siendo un tema tabú. Hoy en día, no existen subsidios a los medios, o son muy escasos. Podríamos evocar dos razones a esta ausencia. Una razón histórica: los subsidios a los medios son sinónimos del control que ejerció el PRI durante sus siete décadas de gobierno. En esta época, los medios existían bajo la sombra del patrocinio estatal. La otra, una razón ideológica: el rechazo a una intervención del Estado que distorsiona la competencia y el mercado.

Sin embargo, aún hay otra explicación: en nuestro país existe un subsidio a los medios, un subsidio a escondidas: la publicidad oficial. A través de la publicidad oficial, son miles de millones de pesos que cada año el gobierno entrega a los medios de comunicación. Según el último análisis de Fundar, el presidente Enrique Peña Nieto se gastó $4,195 millones en publicidad oficial durante su primer año de gobierno. El monto total es 7.8% superior a los $3,890.4 millones recaudados en 2013 por el impuesto sobre los depósitos en efectivo y equivale al 74% del monto que se planea recaudar en 2014 a través del impuesto sobre los alimentos no básicos con alta densidad calórica ($5,600 millones).

Lo preocupante no son sólo los montos, sino los efectos que tiene la repartición de la publicidad oficial, sobre el acceso a la información de la sociedad mexicana. Este subsidio disfrazado se otorga bajo reglas discriminatorias y discrecionales provocando una falsa sensación de pluralidad, entre otro efecto distorsionador.

En efecto, la publicidad oficial mantiene a los llamados “pasquines”, medios de comunicación, sobre todo entre la prensa escrita y por Internet, que sobreviven únicamente gracias a fondos del gobierno y con una audiencia real mínima. Esto permite entender la contradicción entre el hecho de que los mexicanos leen muy pocos periódicos frente al sinnúmero de impresos con que el país cuenta. Y más grave aún, la repartición de la publicidad oficial puede servir también para controlar los contenidos de los medios. El gobierno ofrece contratos de pauta publicitaria para asegurar contenidos que le sean favorables.

Más transparencia, moderación y regulación en la publicidad oficial es una exigencia de la sociedad civil mexicana desde hace años. Sin embargo no se ha avanzado en el control de esta práctica.

En 2010, en su informe anual, la relatoría especial para la libertad de expresión de la OEA recomendó diez puntos a considerar al momento de regular la publicidad oficial. El décimo es justo una incitación a promover mecanismos que garanticen la pluralidad y la diversidad de la información: “Los Estados deberían establecer políticas y destinar recursos para promover la diversidad y el pluralismo de medios a través de mecanismos de ayudas indirectas o subsidios explícitos y neutros, diferenciados de los gastos de publicidad oficial. La pauta estatal no debe ser considerada como un mecanismo de sostenimiento de los medios de comunicación”.

En estas condiciones, pensar y debatir sobre apoyos oficiales como el reflejo de una política pública seria y transparente en materia de medios, puede ser una manera original de romper con la parálisis y el status quo que prevalece en cuanto al tema de las relaciones financieras entre gobierno y medios en el país. Las experiencias en Europa sobre los apoyos del estado a los medios ofrecen un abanico de propuestas que pueden ser inspiradoras y merecen nuestra atención.

* Justine Dupuy
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