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Sufrimiento, poder y justicia

En Mexico tenemos un sistema de salud que ignora las necesidades de la población en múltiples dimensiones. La infraestructura no se desarrolla en donde se necesita, los medicamentos no llegan a donde se necesita, los medicamentos no llegan a donde se les requiere o no se asignan los recursos públicos en donde hacen falta. En muchos casos, los servicios médicos carecen de un enfoque de pertinencia cultural y existe un desdén por usos y costumbres como las parteras tradicionales. El panorama se complementa con otros problemas sumamente delicados, entre ellos, la violencia obstétrica y la negligencia médica. Cuando algo falla, los pacientes quedan al abandono y miles de familias en condiciones económicas desastrosas.

La sensibilidad del asunto requiere prudencia. No es esta una acusación ligera en contra de quienes ejercen la profesión médica o una afirmación simplona de que nada se ha hecho. Se trata de llamar por su nombre a uno de los desafios más complejos que enfrentan las sociedades contemporáneas: el derecho a la salud es un asunto de justicia social básica. Como lo dejera en 2008 la Comisión sobre los Determinantes Sociales de la Salud: “los más pobres de entre los pobres padecen elevados niveles de morbilidad. La injusticia social está acabando con la vida de muchísismas personas”.

De hecho, apenas el pasado martes 1 julio El Universal publicó un reportaje de Daniela Rea sobre la historia de Irene Cruz Zuñiga, una indígena mixteca de familia campesina de uno de los municipios más pobres del país, Santa Cruz Itundija, en Oaxaca. Todo inició la mañana del 20 de junio cuando Irene comenzó a tener contracciones. Lo que espontáneamente nos hace pensar en una historia de amor y alegría, un alumbramiento, en este caso se convirtió en el inicio de un largo caminar marcado por el sufrimiento. Irene fue atendida en el IMSS de Tlaxiaco y después de una cesárea quedó paralítica y sin capacidad para hablar.

Desde entonces, la familia de Irene ha dado una lucha constante, intensa y agotadora por obtener lo que en derechos les corresponde: justicia. Su reclamo exige la reparación integral de daños y garantías de no repetición que logren revertir la situación de precariedad en la atención a la salud que se vive en las comunidades marginadas. Sin titubeos exigen un alto a la morbilidad materna y a la violencía obtétrica.

Miguel Pulido

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