Los pendientes de los impuestos saludables

Los incrementos aprobados a los impuestos a las bebidas azucaradas y al tabaco han iniciado una conversación nacional que está lejos de agotarse. Nuestro sistema fiscal aún puede fortalecerse para lograr que los impuestos saludables logren reducir el consumo de productos nocivos en beneficio de la salud pública. ¿Qué pendientes existen y hacia dónde debemos enfocar la mirada?

Incrementar los impuestos a otros productos nocivos

Los impuestos al alcohol y a la comida chatarra no formaron parte de la discusión de las últimas semanas. En el caso del impuesto al alcohol, el esquema aún vigente favorece el alto consumo de cerveza industrializada y no castiga a las bebidas con alto contenido de alcohol vendidas a un precio muy bajo. Por su parte, en el caso de la comida chatarra, el impuesto no ha incrementado desde el 2014 a pesar de que las enfermedades asociadas a su consumo continúan siendo un grave problema de salud pública.

Alcanzar los estándares internacionales

A pesar de los incrementos recientes, el impuesto a las bebidas saborizadas y el impuesto al tabaco aún no se acercan a las recomendaciones internacionales. Sólo en el caso de los refrescos, con los ajustes aprobados, la cuota de 3 pesos por litro incrementará cerca del 10 por ciento el precio final de una bebida, cuando la evidencia internacional sugiere incrementos superiores al 20 por ciento para que los impuestos tengan un efecto disuasivo más significativo. De hecho, la OMS y otros organismos internacionales plantearon hace unos meses que la comunidad internacional se comprometa a incrementar hasta en un 50 por ciento los precios del alcohol, tabaco y bebidas saborizadas vía impuestos hacia el año 2035, una medida que podría evitar la muerte prematura de por lo menos 50 millones de personas en los próximos 50 años [1].

Garantizar que lo recaudado se destine a nuestro sistema de salud

Aunque el principal objetivo de los impuestos saludables es incrementar el precio de los productos, la sociedad también podría beneficiarse del incremento si la Federación garantiza que lo recaudado incremente los recursos disponibles de nuestro sistema de salud. Por ejemplo, de acuerdo con la última encuesta realizada por el Poder del Consumidor, cerca del 83 por ciento de las personas encuestadas apoya que lo recaudado por el impuesto a las bebidas saborizadas se dirija hacia la atención de la salud [2]. Para avanzar en este sentido, sería posible implementar una Garantía Presupuestaria en favor del IMSS-Bienestar.

Incrementar el pago de impuestos y la fiscalización de las grandes industrias

Los grandes contribuyentes del alcohol, tabaco, bebidas saborizadas y comida chatarra apenas pagan una tasa efectiva promedio de 3.8 por ciento de impuesto sobre la renta, lo que significa que, del total de sus ventas e ingresos, pagan muy pocos impuestos. Esto se debe, entre otras razones, a que la ley les ofrece deducciones fiscales que deberían evaluarse, como la posibilidad de deducir el pago de publicidad y los títulos de concesiones de agua. También es fundamental incrementar la transparencia fiscal y financiera de estas industrias, e incluso crear una tasa adicional sobre sus ganancias para que así las inversiones en industrias nocivas tengan rendimientos menores para sus accionistas.

Aunque los pendientes no son menores, el próximo año contaremos con mejores impuestos saludables, que sumado a otras políticas sanitarias, pueden contribuir a evitar el colapso de nuestro sistema de salud. Cuando entren en vigor, estos impuestos seguramente serán impugnados ante tribunales por las grandes industrias, tal y como lo han hecho ya en otros casos. En este contexto, el Poder Judicial no puede ceder a los intereses de quienes obtienen ganancias exorbitantes a costa de la salud de millones de personas.

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