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¡Que no nos importe!

Gabriel Lara


De acuerdo con un artículo de la mismísima Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y con un par más de la Ley de Fiscalización Superior de la Federación (artículos 79 fracción II y 30, y 74 fracción XV respectivamente, por si a usted lectora o lector, le surge la curiosidad de corroborar) en marzo de este año la Auditoría Superior de la Federación (ASF) cumplió en tiempo y forma con su responsabilidad de revisar, fiscalizar y entregar a la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados Federal, lo que pomposamente se llama “Informe de Resultados de la Revisión y Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2007”. Como dato ocioso -o no tanto- esa entrega supuso la impresión de 10 tomos y 60 volúmenes, que queremos suponer fueron de papel reciclado.

 

Pero, ¿por qué nos es relevante este pesado y -ya se verá- muy costoso informe? En primera instancia, porque representa la conclusión del primer año de gobierno de la actual administración federal en términos del ciclo presupuestario. En segunda, porque se determinaron 9,557 observaciones al gasto de 2007. Empecemos por partes, ¿qué es concluir un ciclo presupuestario? Y ¿qué significan esas observaciones?

 

Primera pregunta. Una vez que se termina el año fiscal en diciembre, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) hace un reporte con los montos que aprobaron las y los diputados federales para las dependencias –y que por lo tanto se convirtieron en el presupuesto- y se comparan con los recursos que finalmente se gastaron. A este elaborado reporte se le conoce como Cuenta de la Hacienda Pública Federal y es la base para que la laboriosa y heroica Auditoría haga su propio reporte que -ya se dijo- tiene un nombre largo y que francamente asustaría a cualquier editor en búsqueda de su próximo Best Seller. Volviendo a lo del ciclo, éste se lleva “algo” de tiempo para llegar al Informe de la Auditoría -si para esta línea no están mareadas o mareados habrán “descubierto” que para el año que estamos refiriendo, el 2007, ya pasó todo un año y casi tres meses. De los recursos, tanto humanos como de dinero, para cerrar el ciclo con la fiscalización del gasto, nada más imagínese la cantidad de funcionarias y funcionarios públicos que están involucrados en todo el proceso. Palabras más, terminajos y conceptos técnicos menos, así se puede resumir y explicar un ciclo presupuestario en México.

 

Les pido me permitan hacer un paréntesis antes de abordar la segunda pregunta que había planteado más arriba. Es relevante decir que el Informe de la Auditoría que tanto tiempo se lleva en cocinar, ya ha sido cubierto ampliamente por diversos medios, sobre todo impresos. Se ha dicho que hay tal número de observaciones y que representan tal cantidad de recursos. Es más, en cada sección de medios impresos, por ejemplo la cultural, se retoman las conclusiones del Informe para ofrecer a la opinión pública los resultados del gasto en temas culturales. Esta tendencia de cobertura por temas se está convirtiendo en una buena costumbre en nuestra muy incipiente cultura de la información y transparencia, sobre la forma en la que se gastan nuestros pesos las y los funcionarios del gobierno. Las disculpas no me van a alcanzar por aburrirlas y aburrirlos y decirles que el dinero de origen federal y que es gastado por Estados Federales y Municipios, también es fiscalizado por la Auditoría.

 

Ahora sí, regreso a responder la segunda pregunta: 9,557 observaciones (en español vulgar: dudas muy fundadas de un gasto que se huele cochinón, ustedes disculparán el término). Hay que hacer la aclaración de que una observación no es sinónimo de fraude o corrupción: es una llamada de atención a la insatisfactoria justificación administrativa de un gasto; un paso anterior a la acusación de “desfalco/peculado/trampa/fraude/robo” que culmine con un procedimiento penal a través de la PGR. Lo importante es aclarar que no es nada definitivo en términos de culpabilidad, sino el inicio -en términos presupuestarios- de eso que solemos llamarle “Rendición de Cuentas”.

 

Debo aclarar que mi “sesgo” para esta nota es el gasto llamado federalizado. Quisiera tocar este tema en particular por el hecho de que de por cada peso que se presupuesta aproximadamente 31 centavos van a parar a las arcas de los Estados Federales y Municipios. Ergo, algunas de las observaciones fueron hechas al dinero ejercido por Estados Federales y Municipios. Y más que el número o el monto, las “debilidades” (término usado por la Auditoría) que se encontraron son de llamar la atención. Por ejemplo, el dinero para financiar los sistemas estatales de salud para población abierta (nombre aburrido de pila: Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud), se utilizó para acciones que no se vincularon con los objetivos del Fondo; o que se le pagó a personal que no fue localizado en sus centros de trabajo; o que se le pagó en exceso a los proveedores; o que se encontraron medicamentos ya caducos. Otro Fondo (el que le paga a las y los maestros), el de Educación Básica y Normal, tuvo en 2007 las “debilidades” de pagar a personal no localizado o con empleos o plazas incompatibles o que se le había dado de baja.

 

La lista es grande y -usted estimada y estimado lector- la pueden leer a entre las páginas 57 y la 69 del Resumen Ejecutivo del innombrable Informe (descargable en formato electrónico en www.asf.gob.mx

 

Pero y ¿todo esto qué? Primero, sépase que dice la Auditoría que las observaciones son recurrentes año con año; segundo, es dinero y resultados que no se traducen en mejorar las precarias condiciones de salud, infraestructura, educación; tercero, los medios han establecido una tradición de dar cuenta de estas anomalías; cuarto, nada ha pasado hasta ahora; quinto, el primer año de gobierno de la actual administración es muy probable que no rinda cuentas; y sexto, dado todo lo anterior, es muy probable que para todo el sexenio y los que vienen siga pasando lo mismo: que nuestro dinero, el que pagamos con impuestos, se tire por el drenaje del despilfarro estatal y municipal.

 

¿Que no nos importe? Núncamente (última petición de perdón por el neologismo totalmente incorrecto). Hoy es poco lo que la Auditoría puede hacer, ya que no tiene dientes afilados -como se dice coloquialmente- con respecto al gasto dudoso que hacen gobernadores estatales y presidentes municipales (y algunas mujeres que detentan esos cargos también). Hay entonces que empujar los cambios normativos para que la Auditoría tenga esos dientes bien afilados. Y ¿qué me dicen de la poca información, ante todo pública pero también mediática, de lo que pasa con las observaciones? ¿A poco no estaríamos interesadas e interesados en saber a qué prisión fueron a parar las y los tramposos? Y mejor aún, ¿cuánto y en qué se va a gastar el dinero que se recupera? A Nosotras y nosotros en Fundar, estamos más que interesados en que existan mecanismos que operen hasta lo último, o sea, que efectivamente se rindan cuentas de nuestro dinero. Y a usted estimada lectora, estimado lector ¿qué sentimientos le despierta todo esto?

 

 

Para mayor información sobre este tema, favor de ponerse en contacto con [email protected].

 

 

 

 

 

 

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