13 autoras y autores, familiares de personas desaparecidas desafían el silenciamiento y abren espacio para escribir la narrativa desde sus voces.
El libro es resultado de un proceso de reflexión para encontrar nuevas formas de acompañar y contribuir al cambio de narrativas sobre la violencia en México.
El libro es parte de un proceso de reflexión dentro de Fundar sobre las formas de silenciamiento, disciplinamiento y apropiación que operan sobre el testimonio de las víctimas, en un circuito de poder del que, en muchas ocasiones hemos formado parte también las organizaciones de la sociedad civil. Como organización dedicada a la defensa de derechos humanos a través del análisis de políticas públicas, en Fundar, decidimos mirar hacia el activismo y los cuestionamientos en sectores de la academia comprometidos con la descolonización de la investigación para repensar nuestra manera de vincularnos y crear desde la retaguardia.
En 2020, ante el contexto generado por la pandemia por COVID-19, uno de los mayores retos fue encontrar nuevas formas de acompañar. Por ello, tomamos la oportunidad de repensar nuestro lugar como organización acompañante y proponer a partir de esas reflexiones la realización de un taller de creación literaria con el objetivo de contribuir al cambio de narrativa sobre la violencia en México a través de la construcción de un espacio para que las y los familiares de personas desaparecidas se expresaran de forma creativa mediante historias de ficción y no ficción creadas por ellas y ellos mismos.
“No hay lugar en este país” es el resultado de este espacio en el que, de la mano de la autora Brenda Navarro, 13 familiares se transforman en autoras y autores para contar sus propias historias. Los 13 relatos están habitados por la esperanza de quienes han aprendido a vivir y a caminar juntas y juntos, así como del amor inconmensurable de quien toma una pala para buscar y enterrar dignamente a las hijas y los hijos de este país herido.
Con este proceso buscamos romper con la inercia de “traducir” las experiencias y demandas de las víctimas, pues sabemos que esa “traducción” tiene implicaciones políticas sobre quiénes pueden hablar y quiénes pueden ser escuchadas o escuchados en determinados contextos. Desde Fundar agradecemos a Bárbara G. Arredondo, María Del Carmen Benítez, Martha A. Camacho, Laura Curiel, Emmanuel Espinosa, Guadalupe Fernández, Edith Hernández, Tania M. Lagunas, Paulina Quezada, Tita Radilla, Erika Rodríguez, Blanca Soto y José Ugalde por permitirnos ser la casa donde nacieron las palabras que dan forma a “No hay lugar en este país”, y a Brenda Navarro por su complicidad. Esperamos que este ejercicio permita seguir reflexionando y abriendo un nuevo camino para imaginar otras formas de acompañar y construir narrativas sobre la violencia, en primera persona, desde las víctimas.
Contacto:
Mariana Gurrola, Comunicación Fundar
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