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Rosendo Radilla Pacheco: dignidad que se obstina

En la imagen el líder social Rosendo Radilla. Foto: Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos
 

Era un 25 de agosto de 1974 cuando elementos del ejército mexicano detuvieron a Rosendo Radilla Pacheco en un retén militar de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Era la “guerra sucia”. Su detención/desaparición no fue una casualidad, no fue un accidente ni el exceso de un par de elementos indisciplinados. Su desaparición fue producto de una política de Estado, fue un crimen de lesa humanidad. Los militares se llevaron al señor Radilla ante los ojos de su hijo, un niño de apenas 11 años, Rosendo Radilla Martínez. Ese niño tuvo que crecer con la tortura diaria de pensar que quizá pudo haber hecho más por su padre. Y sí, es tortura porque en realidad él no podría haber hecho nada. Pero así funciona la represión, nos obliga a pensar que lo ocurrido es siempre nuestra culpa, por revoltosos o malos ciudadanos. El desaparecido o el torturado “en algo andaban”, pensamos.

Un par de testimonios más ubican al señor Radilla en el ex cuartel militar de Atoyac de Álvarez, poco tiempo después de su detención. Según esos testimonios, los militares lo torturaron, molieron su carne y lo obligaron a cantar sus corridos para ellos. Más allá de esto, nunca más se ha sabido nada del señor Rosendo. 42 años han pasado y ese mismo ejército lo sigue ocultando. Más de veinte tomos de investigación, más de una docena de abogados y una sentencia internacional no han hecho mella en los responsables. Pero a pesar de que todo un aparato público se ha puesto al servicio del olvido como corolario de la impunidad, la dignidad de las víctimas se obstina contra el olvido para erigirse en memoria.

A 42 años de los hechos, Tita Radilla, hija de Rosendo y motor principal de la búsqueda de su padre, sigue en pie de lucha a pesar del cansancio. Tita no pierde la esperanza de encontrar a su padre, pero no es ese el único motivo de su obstinación. Su bondad aún le alcanza para más: ella sabe que el corazón de los padres y madres de los miles de desaparecidos de “hoy” está roto y que necesitan de la solidaridad de todos nosotros en medio de tanta desolación. Ella no cometerá el mismo error que tantos mexicanos cometieron hace cuatro décadas con ella y otros cientos de familiares de personas desaparecidas por el ejército. Ella no dejará solas a las madres y padres de esas personas. Sin importar todo el dolor propio que Tita carga a cuestas, ahora ella es capaz de hacer suyo el dolor de otros, tenderles la mano y dedicarles sendas palabras de aliento.

Los desaparecidos están y no están desaparecidos. Fuera de la abstracción de las leyes, ¿qué significa estar desaparecido? ¿Uno puede desaparecer así nada más, un buen día ya no estar? No, las personas no se esfuman, las personas siempre están en algún lado y si los desaparecidos no están con nosotros es porque alguien quiere y hace todo lo posible porque así sea. A 42 años de distancia no es que ahora sea casi imposible encontrar al señor Rosendo. Se trata de que alguien quiso que fuera imposible encontrarlo. A 42 años de distancia alguien todavía quiere mantener al señor Rosendo lejos de casa, alguien quiere que sea olvidado y es nuestro deber recordarlo ante cualquier pretexto. Debemos ser dignidad que se obstina contra el olvido.

Que el pasado 25 de agosto se conmemoraran 42 años de su desaparición, que el 30 de agosto fuera el día internacional de las víctimas de desaparición forzada y que este 1 de septiembre se celebrara una audiencia de seguimiento al cumplimiento de la histórica sentencia que la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitiera en su caso, me parecieron un pretexto más que suficiente para rendirle este pequeño homenaje al señor Rosendo Radilla Pacheco. Querido lector o lectora, en realidad no he pretendido decir nada, sólo he querido traerlo de vuelta por los pocos minutos que duren estas líneas. No los dejemos solos, hoy y siempre traigamos de vuelta a todos los desaparecidos.


Por  Humberto Guerrero

[ Artículo en Sinembargo ]