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Inseguridad e impunidad: ¿Hacia dónde vamos?

El 16 de septiembre de 2010, luego de que Santiago Orozco, periodista de “El Diario” de Juárez, fuera asesinado, la redacción del periódico hizo un llamado urgente en su editorial titulada “¿Qué quieren de nosotros?”. Este texto llamó la atención de la opinión pública y suscitó polémica porque propone una tregua con el crimen organizado, lo que en la mayoría de los medios se ha interpretado como un acto de cobardía por parte del periódico.

Sin duda, esta coyuntura pone de relieve los embates que vive la libertad de expresión en un país cuyo gobierno se ha declarado en guerra contra el narcotráfico sin medir bien lo que esto significaba para la sociedad. Esta evidencia también la ineficacia del Estado, en sus tres niveles de gobierno, para cumplir con la obligación de proteger a las y los periodistas y con ello, garantizar la libertad de expresión. Pero los profesionales de la libertad de expresión no son los únicos que sufren la violencia impune. Y es en este sentido que deberíamos entender la columna de “El Diario”: se trata de un grito de desesperación y de impotencia; una búsqueda de seguridad en una sociedad sin Estado, donde impera la ley del que tiene mayor capacidad de violencia.

Este llamado triste y comprensible representa la voz de muchos periodistas y con ella, la de otros ciudadanos silenciosos que se encuentran viviendo lo que la filosofía denomina aporía. Es decir, una situación que contiene una inviabilidad de orden racional, una contradicción insalvable. “El Diario” de Juárez nos pide reflexionar sobre el rumbo que nuestro país ha tomado en contraste con el que quisiéramos emprender: ¿Qué tenemos que hacer para obtener la paz, la seguridad y la prosperidad, que ahora vemos tan lejos? Como ciudadanía preocupada por el futuro de México, nos preguntamos hacia dónde nos está llevando la política de seguridad que ha implementado el gobierno federal.