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La Alianza para el Gobierno Abierto: ¿un matrimonio feliz?

El jueves 31 de octubre y el viernes 1º de noviembre, tuvo lugar la cumbre de la Alianza por el Gobierno Abierto (AGA), en Londres. Se trata de una iniciativa que empezó hace dos años -en septiembre de 2011-, a partir de la declaración firmada por ocho países, entre los cuales se encontraba México.

La cumbre de Londres fue una oportunidad para que organizaciones de la sociedad civil, la academia, los gobiernos, y algunas empresas, se reunieran para conversar sobre las mejores maneras de incrementar la transparencia, la participación ciudadana, la rendición de cuentas, y la innovación en los asuntos públicos. La alianza funciona a partir de los planes de acción nacionales, que se conforman de manera colaborativa, entre gobierno y sociedad civil, y de distintas recomendaciones sobre cómo abrir el gobierno, mejorar la transparencia, incrementar la participación ciudadana, y permitir que exista rendición de cuentas en las acciones del gobierno.

El primer plan de acción mexicano -que consistía de 36 compromisos- fue revisado por un mecanismo independiente de evaluación. Entre los hallazgos positivos que se encontraron, se puede destacar el proceso de diálogo que fue bastante positivo, gracias a la voluntad de la Secretaría de la Función Pública (SFP), del Instituto de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (IFAI), y de las organizaciones de la sociedad civil. Otro de los hallazgos positivos, fue que el proceso contó con una amplia documentación. De los 36 compromisos del primer plan de acción, 21 se cumplieron totalmente, 15 tuvieran un cumplimiento parcial y dos un cumplimiento nulo. Sin embargo, según el mecanismo de evaluación independiente, la calidad de dichos compromisos no fue la mejor: no hubo un diálogo previo para identificar prioridades, sino que las recomendaciones de la sociedad civil respondieron más a sus agendas. Las principales recomendaciones de quienes evaluaron el proceso, fueron reducir el número de compromisos e identificar mejor las prioridades en un trabajo conjunto entre el gobierno y la sociedad civil.

También se recomendó institucionalizar la Alianza dentro del gobierno, y nombrar a un(a) servidor(a) público(a) como responsable de comunicar todo lo relativo a AGA hacia el exterior. En general, más allá de que la mayoría de los compromisos se cumplieron, al haber construido el plan de acción de manera apresurada, y sin un entendimiento cabal del concepto de gobierno abierto, la evaluación de ese primer plan arrojó que no se tuvieron los impactos esperados -más allá de la publicación de información que antes no se encontraba disponible-. Con las lecciones aprendidas de ese primer proceso, el segundo plan de acción tuvo un proceso distinto de conformación: se hicieron nueve grupos de trabajo con distintos temas y se negociaron los compromisos entre el gobierno y la sociedad civil. Estos grupos de trabajo se sentaron a discutir sobre un documento técnico realizado por un experto independiente y llegaron cada uno a dos compromisos, para un total de 18. Al final, el segundo plan de acción de México, tendrá 27 compromisos, porque el gobierno propondrá un compromiso más para cada uno de los temas.

Hasta ahora, en la conformación de este segundo plan de acción, participaron alrededor de 200 personas. Entre los compromisos de este nuevo plan están, por ejemplo, la publicación y homologación de los padrones de beneficiarios de los programas sociales. Otros compromisos tienen que ver con la generación de una herramienta que permita conocer el gasto que el gobierno federal transfiere a las entidades federativas. Esta herramienta permitiría conocer a detalle los gastos que se hacen en los Estados con recursos federales. AGA ha sido bastante exitosa: de los ocho países que iniciaron hace dos años, ahora hay 61 países involucrados. Sin embargo, hay varias críticas sobre los alcances y las posibilidades que realmente tiene la Alianza. Parte de estas críticas tienen que ver con el nivel de ambición de cada uno de los compromisos acordados entre los gobiernos y la sociedad civil. Si solo se trata de la ampliación de la agenda de las organizaciones, no se avanzará demasiado en ampliar la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana. Se trata de construir herramientas que sean útiles para más personas y que realmente puedan abrir al gobierno. Hasta ahora, AGA ha funcionado como los matrimonios felices: a dos años de distancia, tanto gobierno como sociedad civil siguen con una gran voluntad para seguir relacionándose y avanzando en la construcción de la agenda común. Sin embargo, es necesario que se empiecen a tener resultados más concretos pronto, porque si no, se puede entrar rápidamente a un proceso de desencanto y el matrimonio feliz puede acabar en divorcio exprés.

Por: Diego de la Mora Maurer

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/11-11-2013/18932. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX